Corbera

Dicen las crónicas que allá por el año 1975 había un prometedor jugador de baloncesto que militaba en el Sferic. Dicen también que se llamaba Jordi y que no sabía lo que su vida iba a cambiar tras conocer a dos apasionados de las bicicletas como Jesús y Paco. Ellos le abrieron las puertas del ciclismo y él, después de perderse camino de Corbera, se bautizó.

Competitivo, rápido, muy rápido y excelente estratega, ha destacado sobretodo en la clasificación de las metas volantes, que ha ganado 14 veces contando ya la actual, y resaltando que dos de ellas lo hizo en tándem acompañado de Gemma, su mujer. Además, suma cuatro Challenges a su palmarés como botín más preciado.

A sus 53 años es un apasionado del deporte en general, aunque si tiene que escoger se queda con el baloncesto y el golf. Su sueño ciclista, quizá poco asequible, sería disputar una "volatta" en el Giro de Italia. Quizá si invitan a la Penya el año que viene sea el momento...

En sus desayunos no suele faltar la botifarra, además de aguantar a los compañeros culés que le recuerdan constantemente su "defecto".

Sus entrenamientos como profesor de spinning le han hecho mejorar el único punto débil que tenía, en la montaña, y le ha convertido en un rival temible.

 
Fácilmente reconocible en el pelotón por la costumbre de no usar casco y, por qué no decirlo, por los calcetines largos de dudoso gusto, se declara admirador de Eddy Merckx. Resumiendo, uno de los símbolos de la Penya al que todos escuchan con atención cuando habla, ya sea sentado en la mesa, o sobre la bicicleta.

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